El Diablo: la encarnación del miedo
Publicado por Soy Zid el 5/20/2025

Cuando el Diablo emerge, solemos asustarnos, encogernos, imaginando el castigo eterno! Las cadenas en los pies , la oscuridad eterna y una legión de pequeños demonios con tridentes afilados. ¡Pero detente! Ten calma, caos a mirar un poco más allá de las imágenes iconigraficas y tratemos de soltar la literalidad occidental que nos caracteriza, pongámonos lentes metafisicos para profundizar.
Para Jodorowsky, el Tarot no es un mero oráculo, sino un espejo del alma, un mapa de nuestro viaje hacia la individuación. Y en ese viaje, el Diablo no es un ente externo, sino una fuerza interna poderosa: nuestra propia sombra, nuestros apegos, nuestras ilusiones de control.
Observa la carta con ojos nuevos. ¿Qué ves? Dos figuras, a menudo encadenadas, pero las cadenas ¡Están flojas! Los personajes podrían liberarse en cualquier momento. Arriba, un pentagrama invertido, símbolo no del mal, sino de la materia sobre el espíritu, de nuestros instintos sin la guía de la conciencia superior, lejos del Ser que los habita. Y en la cima, una llama invertida, esa energía vital que, mal dirigida, se convierte en obsesión y dependencia. Jodorowsky nos diría: "El Diablo eres tú cuando crees que necesitas algo o a alguien para ser completo. Eres tú cuando te aferras al poder, al dinero, al sexo, a las adicciones, creyendo que ahí reside la felicidad." No es un castigo divino, sino la consecuencia de nuestra propia inconsciencia.
Es la ilusión de la separación, la creencia de que somos seres aislados y necesitados, en lugar de comprender nuestra intrínseca conexión con el Todo.
Pero aquí reside la maravillosa paradoja de esta carta. El Diablo, al exponernos nuestras ataduras, ¡nos ofrece la llave para liberarnos! Al reconocer nuestras sombras, al abrazar nuestras "debilidades" como partes integrales de nuestro ser, comenzamos el camino hacia la autenticidad.
Ahora, desde una mirada más holística, el Diablo nos habla de la energía sexual mal canalizada, esa fuerza vital que reside en nuestro chakra principal. Cuando esta energía se estanca o se desvía por miedos y deseos descontrolados, nos sentimos "encadenados". Pero cuando aprendemos a dirigirla conscientemente y desde el amor, este se convierte en un motor de transformación y crecimiento.
Espiritualmente, el Diablo nos recuerda que la verdadera libertad no se encuentra en la evasión de nuestros "demonios", sino en su integración. Al dejar de luchar contra ellos, al comprender su origen y su mensaje, los trascendemos. Nos damos cuenta de que la oscuridad es tan necesaria como la luz para la danza cósmica de la existencia.
Así que, la próxima vez que el Diablo aparezca en tu lectura, no temas. Sonríele con comprensión. Pregúntale: "¿Qué cadenas autoimpuestas estoy cargando? ¿A qué ilusiones me estoy aferrando?"
Te dejo de reflexion las palabras de Jodorowsky: "El Diablo no es el carcelero, sino la prisión misma que hemos construido con nuestras propias manos."
La buena noticia es que la puerta siempre está abierta. Solo necesitas elegir con determinación ver las cadenas flojas y dar el primer paso hacia tu liberación. ¡Que la luz de la conciencia ilumine tus sombras! Bendiciones a todo tu bien